Deportes ilustrados diario. #2. 28 de marzo de 2017
El UNDP, o Programa de desarrollo de las Naciones Unidas dice que Noruega es el país más feliz del mundo. Para ello, han elaborado un listado de 150 países situados en escala de mayor a menor índice de felicidad. Es decir, que Burundi, Tanzania y República Centroafricana que son los últimos de la cola, están en la mierda permanente. No hay nadie feliz en África según los blanquitos de Naciones Unidas. Para ser feliz tienes que vivir en la gélida escandinavia o en la siempre impoluta, radiante y exquisita Suiza. ¿Y como cojones se puede medir la felicidad por países? Muy fácil. Como los de Naciones Unidas se las saben todas, utilizan los siguientes parámetros para definir la puntuación final como en Eurovisión, pero sin cantantes suecas enseñando cacha.
El producto interior bruto, las ayudas sociales, la esperanza de vida, la libertad, la generosidad y la falta de corrupción. O en otras palabras; el dinero que genera un páis, lo mucho que llega ese dinero a los que no trabajan, lo longevo que eres por tener acceso a la sanidad pública, lo libre que eres por twittear sin ir a prisión, lo generoso que es tu país donando dinero a los países infelices del listado y por último, el motivo por el que España está en el puesto 34; la falta de corrupción. Noruega, 12 points, Spain, 0 points.
Por alusiones y tras 9 años viviendo en Noruega, esto me toca bastante la fibra después de tanto tiempo escuchando a familiares y amigos opinar sobre mi vida en un país donde hace tanto frío, todo el mundo es alcohólico y la gente te da los buenos días y después se suicidia. Los estereotipos nunca fueron buenos.
Un poco de lo bueno de Noruega. Aquí hay trabajo. La tasa de desempleo se situaba el pasado mes de enero en un 4,2% y si hablas el idioma no te faltará curro. Las condiciones de trabajo son buenas y se respetan tu puesto laboral, tus horarios y tus permisos de paternidad. Las horas extras se pagan y en tu contrato de ingeniero, no tienes la categoría de ‘soldador a media jornada’ como pasa en España. Los sueldos son muy altos. Da igual que todo sea caro. Todos los sueldos son dignos. Todos. Los horarios son cojonudos (normalmente de 8 a 15-16h), puedes irte a mear en un bar y dejar el móvil encima de la mesa y no hay trileros en las calles buscando la bolita. Además, los niños van solos al colegio desde que tienen 4 años y aunque los noruegos son parcos en palabras, en general son gente educada que no anda de pelea en los semáforos. Lo mejor para el final. La educación es gratuita incluída la universidad y los Masters del universo.
Un poco de lo malo de Noruega. La sanidad pública nada tiene que ver con la española. Como todo cuesta dinero, lo mejor es no hacerlo. Nada de antibióticos, nada de radiografías, nada de resonancias. De no ser que el hueso asome por la piel, no vas a visitar al especialista en años. Si vives en zonas remotas como es mi caso, si tienes algo grave te llevan en helicóptero o al hospital o al cementerio más cercano. Hace un frío de pelotas. 6 meses de invierno y 6 de otoño. La comida no es su fuerte y de no ser que vivas en una gran ciudad, la vida social se termina a las cuatro de la tarde. Literalmente.
Podríamos hacer lo mismo de España, de Burundi o de Alemania. Da igual. Lo que no acabo de entender es de que vale hacer un listado como ese. ¿Países más felices? ¿De verdad Naciones Unidas? ¿Que mierda es esta? Me resulta tan superficial, snob y estúpido valorar mediante unas cifras y parámetros el índice de felicidad de un país, que Naciones Unidas debería de sentir vergüenza por querer puntuar la felicidad de la gente. ¿De verdad queremos medir la felicidad de las personas por el producto interior bruto, la esperanza de vida o la corrupción?
Es imposible ocultar que dependiendo de donde vivas, tu vida puede ser un desfile en Disneyland o un escondite en una trinchera. Escasez de alimentos, ausencia de combustible, políticas dictatoriales, conflictos bélicos, falta de agua… Eso son los parámetros por los que te puedes dar bien por jodido si vives en unas condiciones tan extremas. Y eso es lo que Naciones Unidas debería de estar encargándose de solucionar y confío y quiero creer que eso hace. Que deje a la gente decidir y luchar para conseguir su dosis diaria de felicidad. A los que les cuesta mucho conseguirla y a los que les cuesta menos.